Fotos de mis viajes por el país

viernes, 6 de abril de 2012

Malvinas en el aula, por la alumna Bárbara Maurer



Bárbara Maurer.
Alumna de 5to año.
Futura periodista.
Desde tiempos inmemorables, el hombre se ha enfrentando a una peligrosa y mortífera especie, conllevando así a múltiples episodios especialistas en hacer gala de lo desgarrador. Ésta, sumergiéndose en un lúgubre sigilo, procura acercarse lentamente al enemigo, destruyendo así, todos sus valores, sueños y convicciones. Aboga por la devastación y asolación, empeñándose en derribar al oponente mediante su táctica favorita: aquél morboso empleo de la tiranía.
Pero, ¿a quién me refiero al hablar de ésta especie? ¿Quién se ha adueñado de un poder semejante? El mismísimo ser humano. Sí, así es; el hombre se enfrenta a sus pares. El hombre decide matar. El hombre decide exterminar a su propia especie. ¿Contradictorio? El mundo siempre lo ha sido.
Lamentablemente, nuestro país ha caído en éste error increíblemente aniquilador. Un 2 de abrir de 1982, se iniciaba el conflicto armado más doloroso y desgarrador en la historia de nuestro país. La Guerra del Atlántico Sur ha tocado el alma de todos los habitantes de la República Argentina, haciéndonos saber, día tras día, que el egoísmo y la violencia sólo pueden situarnos en un callejón sin salida. Sin embargo, en el transcurso del corriente año, el conflicto entre Reino Unido y Argentina parece haber "resucitado"; las llamas volvieron a encenderse y el fuego parece no temerle a un posible apagón. Ergo, es nuestra misión procurar que ése fuego no se apague. Todos somos argentinos, todos conformamos un mismo pueblo; todos llevamos a Malvinas en nuestra sangre.
Pero, ¿cómo reavivar las llamas? ¿Cómo hacer valer lo que nos pertenece? ¿Mediante la violencia y amenazas de un nuevo conflicto armado? No, en absoluto. No recurramos a la cobardía, a las salidas rápidas y tormentosas. La fórmula está dentro de cada uno de nosotros; sólo debemos hurtar profundamente en nuestos pensamientos y sacarla a la luz. ¡Seamos plenos argentinos, convenscámosnos de que las Malvinas fueron, son y serán nuestras, estén o no bajo el dominio inglés! ¡Sintamos orgullo al entonar las estrofas del Himno Nacional; cantémoslo con fervor y alegría!
Hagámoslo en homenaje a los 649 hombres que dieron la vida por cada uno de nosotros en las Islas. Pongámonos sus uniformes, calcémonos sus botas, coloquémonos sus cascos. Sintamos ése frío antártico que no perdona, erizándonos la piel, escalando posiciones en nuestros huesos, recordándonos cuán lejos estamos de nuestras familias y amigos. Cerremos los ojos por tan sólo un minuto e imaginémonos allí; sólos, sedientos, hambrientos, envueltos en un peligroso aura dominado por el miedo y la ambivalencia. 
Está en cada uno de nosotros defender a nuestras (e incondicionalmente nuestras...) Islas Malvinas. ¿Cómo? Evitando devaluar el orgullo hacia nuestro país, compartamos o no ideologías políticas con nuestros actuales representantes, así como también recordando, día tras día, el sobresaliente y admirable accionar por parte de los verdaderos héroes que han ido a la guerra representándonos a cada uno de nosotros.
Acerquémosle la mano a aquéllos jóvenes de los años 80, que vivieron el horror de la guerra; convirtamos en manifiesto, día tras día, desde nuestra individual y humilde posición, ése sentimiento patriótico que puede pisar más fuerte que cualquier amenaza bélica.

"No dejen que el odio marchite las energías generosas y la capacidad de entendimiento que todos llevan adentro. Hagan, con sus manos unidas, una cadena de unión más fuerte que las cadenas de la guerra."

(Declaración de Juan Pablo II pronunciada durante el conflicto del Atlántico Sur).

Bárbara Maurer.

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